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domingo, 28 de septiembre de 2014

SOL CON UÑAS

Con mucho más esfuerzo del que esperaba, consiguió encaramarse en la pequeña banqueta. Primero levantó un pie y lo apoyó en el asiento. Acto seguido, agarrado con fuerza al canto de la puerta del armario, consiguió elevar el otro y tener los dos pies apoyados en la anea de la banqueta. No tendría más de treinta centímetros de alta, pero debido al paso de los años, todas las articulaciones y en especial las rodillas, no paraban de darle disgustos y más de un quebradero de cabeza. Usaba el pequeño banco cada mañana. Se sentaba en él para calzarse las botas de la marca segarra de manera cómoda. Lo tenía colocado en un rincón del cuarto, pero esta vez, como tantas otras, lo iba a utilizar a modo de escalera.