Año 2.050
D.C.
El Atlético de Madrid, por fin, campeón
de la Champions League. Al coincidir con que el Atlético Romaní, antiguo filial
suyo, ganaba su liga de aficionados de un
barrio de Vallecas, y el Real Madrid descendía a tercera por causas administrativas
(todavía debían gran parte de los fichajes de un tal Bale, que la prensa
deportiva se empeñó en que era buenísimo, y de Ronaldo, no el gordo, el guapo,
el que decía que tenía mucha suerte de haberse conocido a sí mismo), sólo tuvo
un pequeño espacio en una de las esquinas de los diarios deportivos (en los
demás, ni nombrarlo).