Esperaba ansioso en el largo y frío pasillo del hospital. Fumaba un cigarrillo tras otro. Sentía arcadas, entre el fuerte olor a lejía del recién fregado suelo mezclado con el humo del tabaco y las entrañas sobrecogidas esperando que alguien se dignara a informarle de lo que ocurría tras aquellas puertas. Deambulaba con la mirada perdida en el infinito. Deberían estar de celebración aquella noche. Su mano estrujaba con fuerza el crucifijo que ella llevaba colgado al cuello. Parecía una princesa con ese bonito vestido blanco de comunión. Se la veía radiante. Las ondulaciones de su negro cabello hacían resaltar, como en un marco, sus brillantes ojillos marrones, su perfilada nariz y su eterna sonrisa. Un ángel.
domingo, 10 de noviembre de 2013
El último viaje.
miércoles, 18 de septiembre de 2013
A BUEN ENTENDEDOR...
― MICRO
RELATOS―
― No sabes hacerlo, siempre me dejas insatisfecha.
Cabizbajo y decepcionado, guardé mi pluma y los folios en el cajón, y no volví a intentarlo nunca más.
viernes, 2 de agosto de 2013
Futuro imperfecto.
Año 2.050
D.C.
El Atlético de Madrid, por fin, campeón
de la Champions League. Al coincidir con que el Atlético Romaní, antiguo filial
suyo, ganaba su liga de aficionados de un
barrio de Vallecas, y el Real Madrid descendía a tercera por causas administrativas
(todavía debían gran parte de los fichajes de un tal Bale, que la prensa
deportiva se empeñó en que era buenísimo, y de Ronaldo, no el gordo, el guapo,
el que decía que tenía mucha suerte de haberse conocido a sí mismo), sólo tuvo
un pequeño espacio en una de las esquinas de los diarios deportivos (en los
demás, ni nombrarlo).
sábado, 1 de junio de 2013
EN EL ANDÉN
Cuando aquel arcaico e inmundo ferrocarril de mercancías en
el que había cruzado la península de vuelta a casa, se detuvo en el andén de la
remozada estación de Zafra, pude ver a mi señora, aguardando mi regreso, en el
mismo lugar donde nos vimos por última vez. Tras veintiocho meses de ausencia, debido
al servicio militar, volvía a verla. Allí estaba, resguardándose del descomunal
bochorno que hacía en el mes de agosto en nuestra tierra, a la sombra de una
marquesina que yo no recordaba haber visto antes en aquel lugar. Estaba guapa,
muy guapa.
viernes, 24 de mayo de 2013
A CONTRACORRIENTE
Todos los días, el Padre Juan Antonio, recibía en su
casa de la calle Corredera, a una cincuentena de niños entre los tres y los
doce años de edad, a los que intentaba aleccionar en el siempre complicado arte
de la enseñanza. Era el párroco del pueblo, y a su vez, ejercía de maestro.
Era un personaje singular. Pese a su juventud,
rayaría los treinta años, este hijo de adinerados terratenientes, lucía una
incipiente calvicie que intentaba disimular luciendo una gran boina que le
tapaba hasta las orejas de soplillo con las que sujetaba unas gafas de pasta
negras, con cristales de los llamados de “culo de botella”. Era tan chato, que
si no fuera por aquellas enormes orejas, en más de una ocasión, le habrían
resbalado por la cara aquellos anteojos, cuyas patillas se encontraban sujetas
con esparadrapo blanco. Sus minúsculos ojillos se agrandaban detrás de aquellos
voluminosos cristales.
martes, 30 de abril de 2013
EN TU CORAZÓN
Lograré que mi amor no lo olvides, haré que mi nombre
quede no solo grabado en tu corazón sino que perdure por siempre en tus
recuerdos y si es verdad lo que se dice que el amor con el tiempo
muere, haré que el tiempo se detenga por siempre en tu corazón.
domingo, 21 de abril de 2013
Setecientos treinta
Aquella pareja de recién casados fue recibida, al descender
del tren, por un fino velo de lluvia sobre sus cabezas. Oscurecía. La ciudad
eterna les recibía bajo un cielo lúgubre. Cargados con sus pesados equipajes,
se disponían a buscar el hotel en el que pasarían los siguientes siete días.
Salieron de aquella imponente estación (todo en aquella ciudad era colosal) por
una puerta en la que gran cantidad de indigentes, protegidos por unos enormes
soportales, se disponían a pasar la noche tumbados sobre unos cartones a modo
de colchón. Los dejaron a un lado, no sin una desconfiada mirada de reojo,
agarrando fuertemente sus pertenencias y a paso ligero. Él, con su “sagaz”
instinto de orientación, consultó un mapa recién recogido de la oficina de
información, y decidió la dirección que iban a tomar.
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