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sábado, 16 de junio de 2012

UN TROCITO DE MÍ


Me encuentro delante del teclado sin saber que escribir, pienso y no se me ocurre nada que merezca la pena ser contado, mi vida siempre ha sido de lo más normal. Acabé la EGB con 14 años y aquel verano, al acabar el último curso, ya estaba con mi padre trabajando en su taller de carpintería.
Hubiera preferido seguir estudiando porque la verdad es que no se me daba mal, no era ni de los buenos ni de los malos, era de los mejores, como me dijo un día un albañil en una obra en la que estaba montando las puertas: “Tu siempre di que eres de los mejores, ni de los buenos, ni de los malos”, y esas palabras se me quedaron grabadas. Cada vez que coincido con este hombre recuerdo aquellas palabras.
 Ahora, con cuarenta años, me he dado cuenta que lo que hizo mi padre por mí, no tiene precio. Me enseñó, sin darme cuenta, que la vida no es como pensamos cuando tenemos esa edad tan mala, como es la adolescencia, cuando pensamos que todo lo que hacen los mayores es para “jodernos” la vida, que lo mejor que podían hacer es dejarnos en paz, que no tienen ni idea de lo que hablan porque nosotros ya “lo sabemos todo”.
Tampoco di muchos problemas, es lo que tiene echarse novia con quince añitos, (y lo peor es que ella tenía trece). Supo conseguir que lo que me parecía a mi más bien un castigo, tener que trabajar con catorce años es ahora, en este tiempo, inimaginable, en que la sobreprotección que ejercemos sobre nuestros hijos les está convirtiendo en una especie de inútiles medio analfabetos, que amara un oficio, mi oficio, el suyo de toda la vida. Trabajar con la madera se ha convertido en un arte para mí. Son muchos años los que se necesitan para llegar a dominar algo casi a la perfección, muchas horas observando al principio, muchas broncas cuando algo no lo hacía bien, incluso lágrimas de rabia y desesperación, de impotencia, que supe aguantar como poca gente haría hoy en día, y ahora veo, con toda claridad, que lo hacía buscando mi bien, que aprendiera y me convirtiera en su sucesor, como así ha sido con el paso de los años. Él ya viene poco por aquí, si bien yo llevo aquí, en el taller desde los catorce, a él no le quedó más remedio que empezar desde muy niño, y ya, casi con sesenta y cinco, está, cómo se suele decir, muy trabajado, y ya le toca descansar, aunque sé que lo echa de menos.
Hay cosas, que vistas con la perspectiva y la claridad que dan el paso de los años, que no volvería a repetir, o quizás sí, no lo podría asegurar. Me viene a la mente ahora mismo, lo de tener novieta con quince años, me parece una verdadera locura, y así terminó la cosa. Aunque también, en aquella relación conseguí lo más preciado que un padre puede tener en su vida, una maravillosa niña, que se ha convertido en una de las razones de mi existencia, la que me hace sentir una felicidad inmensa con su sonrisa, cuando me cuenta historietas propias de su edad, de sus nueve años, camino de diez, sus amigas, sus novios, ¿Quién no ha tenido un novio o una novia con diez años? ¿O unos cuantos a la vez? Esa edad nunca deberíamos abandonarla, esa sí que es la edad de la inocencia, una época que deberíamos esforzarnos por no abandonar nunca, intentar no dejar de ser un niño, es tiempo de aventuras, de juegos, de felicidad.

              He vivido la soledad en compañía, es difícil de explicar, pero es más difícil vivirla. Te agarras a cualquier tabla de salvación, en mi caso al deporte que siempre me ha apasionado, el fútbol. Jugar al fútbol en el equipo del pueblo me ayudaba a que el tiempo pasara más deprisa. Después llegó la época de entrenador, mucho más corta que la de jugador y bastante más dura y sacrificada. Ahí, en esos años, conocí al que es hoy el amor de mi vida. Era una más del grupo, trabajaba en la directiva como la que más. Ahí estaba, y yo sin saberlo.

            Los libros fueron mi siguiente compañía. Me convertí en un devorador de historias. Mi mente empezó a darse cuenta de que había otros mundos por explorar, que la vida insulsa que llevaba, no me conduciría a nada bueno. Sé que los libros son buena compañía, pero no se pueden comparar con el calor humano, y éste, me faltaba desde hacía bastantes años. Desde que nació mi hija, aunque suene raro, empecé a sentirme más solo que nunca. Ya nada volvió a ser como antes. Me convertí en una especie de electrodoméstico que servía para traer el dinero a casa, y pasar el tiempo libre tumbado en aquel carísimo sillón, con cualquier libro entre las manos.

           Mi cabeza explotó. No hay nada que se controle menos que una cabeza enferma, y un corazón abandonado.

14 comentarios:

Marbelis dijo...

Expresar los sentimientos es de lo más bonito que hay , lo que le falta , que no quiere decir que no esté perfecto es doña Trini , que es la que pusa salsa a tu vida! ijijijijijj

Fany dijo...

A ti el aburrimiento no te absorbe ,ehhh,,me gusta la forma en que eres capaz de expresar lo que te pasa por la cabeza,,ya te lo he dicho,,,ahhh y también te digo que cambias de opinión cada vez que m....,,,jajaja.

Daniel Rubio dijo...

Lección 1 de la vida pasados los 25: Los mayores, cuando eres adolescente, casi siempre tienen razón.

Un abrazo desde Suiza, amigo.

shaka lectora dijo...

Me ha encantado tu historia, aunque hay una parte que no acabo de comprender, precisamente que tu soledad se hiciese más intensa con el nacimiento de tu hija, debería ser al contrario no??

Un beso shakiano!!

Caaj.- dijo...

Una bonita historia de tú vida, seguramente habrás dejado mucho más en el tintero, pues la vida no se resume en un folio.

Esperamos la continuación, colega...

Arriba la Vara!!!

Iván Hernández dijo...

:-D Tu padre hizo bien en enseñarte ese oficio. Siempre he respetado ese tipo de oficio tan útil y necesario para la sociedad. Estamos tan locos por conseguir que nuestros niños sean ingenieros o diplomáticos, a sabiendas de lo duro de los trabajos "manuales", que olvidamos que lo importante es conseguir que nuestros hijos amen lo que hagan con tanta fuerza que su trabajo sea placentero. Gracias por la entrada ;-)

Iseo dijo...

Cómo me gustaría a mí expresarme como lo haces tú, que envidia me das jermoso:)
Por otro lado, creo que tienes mucha razón con lo de la sobreprotección a los hijos, creo, ya que no tengo hijos, que no se les enseña a valorar lo que cuestan las cosas, piden algo y ahí lo tienen.
Bueno, lo dicho que me gusta, para variar.
P.D.: A ver si quitamos el chapta ese de una vez eh?

MARTA dijo...

Fantástico relato mi flequillin... Sentimiento otro y duro... Sabes que siempre comento la primera pero hoy cachissss se me adelantaron unos cuantos jijiji pero yo sirmpre estaré aquí... Y no permitiremos que NUNCA estes solo... Muackkkkk

Lola velasco dijo...

Hoy te conozco por fin y me ha gustado también mucho como te expresas, es como que tienes totalmente localizados todos los puntos.
Comprendo que dices que te sientes más solo tras el nacimiento de tu hija pero si me permites creo que cuando nos sentimos solos es por una visión interior nuestra, el problema está en nosotros porque realmente no lo estás o eso creo, vemos el MUNDO y YO, nos separamos del resto por alguna razón, tal vez nos creemos incomprendidos y no es el mundo y yo sino que yo formo parte del mundo. No debes verte como una máquina de hacer dinero, eres un referente para tu hija, su punto de apoyo, su fuerza y seguridad, la persona que le ha enseñado valores y a ser una persona que busca y encuentra un lugar en el mundo, su lugar.
Espero no haberte molestado con mis palabras, no trato de dar ningún consejo o lección, solo son reflexiones de una cura de mi misma.
¡Saludos!

Miguel Ángel Zambrano García dijo...

Esta es una etapa, por suerte, ya pasada. Mi vida ahora no tiene nada que ver con la anterior. Lo de mi hija es difícil de explicar, ya digo que suena raro, pero si una mujer vuelca todo su amor en su hija, y se olvida de que hay alguien más en casa, es más sencillo de entender. Tampoco voy a echarle toda la culpa, simplemente te intentas adaptar, pero algo que ya está herido, si lo abandonas, acaba por morir

May Baeza dijo...

¡¡Como siempre me encanta leer lo que escribes,lo transmites todo con facilidad y haces que se disfrute al leerte,yo si entiendo lo del nacimiento de tu hija,aunque no soy hombre,si puedo entenderlo,cuando somos madres y mas por primera vez,que todo asusta y que ademas tienes un ser pequeñajo que depende de tí,es como que todo pasa a segundo plano,y solo se vive para esa personita,no es que trate de justificarlo,pero si es verdad,que el hombre en ocasiones ,es como que se siente desterrado de ese lugar que ocupaba para la mujer...aunque tambien es verdad que hay casos y casos,y a mi parecer la mujer que permite que eso pase,dudo yo de lo que habia en su corazón a su pareja,pero como digo hay casos y casos... ufff que rollazo te he soltaó,jajajajaja....que nada que me ha gustado mucho como transmites lo que pasa por tú cabeza!! un besote!! :)

mientrasleo dijo...

Fragmentos de una vida macho, la tuya que puede ser la de cualquiera y que conviertes en la de todos los que pasamos por aquí. Porque lo haces consiguiendo que nos llevemos un pedazo.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Me gusto mucho leer la historia de tu vida, comprendo que te sintieses solo después del nacimiento de tu hija, yo tengo algunas amigas que actuaron como tu mujer, una lastima. Sigo pensando que lo primero es la pareja y después los hijos que nacen de ese amor. Pero veo que lo tienes superado así que enhorabuena.
Celeste

Laura Arena dijo...

Me encanta como escribes acerca de tu padre y de tu oficio . No me equivoco al elegir amigos ! Eres lo más, Miguel Zambrano !!!!!