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jueves, 24 de mayo de 2012

EL SECRETO

En aquella oscura buhardilla, solamente iluminada por los haces de luz que se colaban por las viejas y agrietadas contraventanas, se escondía el gran secreto.
Se había transmitido de generación en generación, y ahora se encontraban en el último tramo de la escalera de caracol que les conducía a padre e hijo a conocer la verdad, una verdad que a lo largo de los años habían sabido guardar con recelo y eficacia. Introdujeron la llave en la cerradura y la hicieron girar. Tras varios chasquidos, el burlón de la cerradura cedió, y la puerta se abrió con un fuerte quejido. Encendieron la luz de la sucia y polvorienta bombilla que colgaba del techo, que no hizo más que mezclarse con el polvo que reinaba en el ambiente. El padre decidió encender la linterna que llevaba en la mano, y dirigió la luz hacia un baúl que se encontraba en un rincón. Hacía bastantes años que nadie subía a aquella estancia. Los ratones corrían entre sus piernas asustados, en todas direcciones. Se encaminaron hacia al baúl, los pocos metros que les separaban, eran una selva de telarañas y objetos de todo tipo repartidos por el suelo. Llegaron al baúl, no sin dificultad, y éste se encontraba cerrado con dos candados grandes y llenos de herrumbre. El padre dirigió la luz de la linterna hacía un manojo de llaves que sacó de su bolsillo. Tras varios intentos, consiguió abrir el primer candado. En el rostro de su hijo se reflejaba la tensión y el nerviosismo del momento. El segundo candado consiguió abrirlo con más facilidad. Cedió la linterna a manos de su hijo y se dispuso a levantar la tapa del polvoriento baúl. La levantó lentamente, observando de reojo la reacción del chico. Se asomó y sacó una pequeña caja, la abrió y le dio el contenido a su hijo. Extrajo de su interior unos álbumes, los abrió, eran fotos, fotos de sus antepasados. Fue observando atentamente, una a una, despacio, recorriendo con la mirada cada rincón, cada pequeño detalle que ofrecían aquellos amarillentos retratos. Su rostro palideció por momentos, sus ojos no podían pestañear, se quedó paralizado, y sólo pudo balbucear unas palabras.
- Tú... Tú... No puede ser... ¿Qué haces tú aquí?.

13 comentarios:

MARTA dijo...

Pues me gusto mucho porque todo el rato me tenias intrigada para saber cual iba a ser el secreto... Pero sabes que soy sincera y el final no lo entendí xdxdxdxd muackkkk

mientrasleo dijo...

Me gusta el juego con la tensión, colega. Bien, bien

Ana Alvarez Benito dijo...

Me gusta la tensión, como dice Mientras.... PEro quiero más.......

Marbelis dijo...

Bonita entrada , pero me perdí , no sabía si en la caja había un diario o fotos , esto de llevar varias conversaciones , me hizo dudar.

JaaC.- dijo...

Mejoras, para cuando una novela estilo Zafón....

Venga colega...

mamen matamoros dijo...

Interesante ,deja abierto a todo tipo de finales o porque no de suspense.Seguro que te has quedado con las ganas y nos revelas el secreto.Esperaremos.

Elena dijo...

Es el prólogo??, buen comienzo.f

Ana Iseo dijo...

Bueno pues nos morderemos las uñas de impaciencia mientras esperamos a ver como sigue.

MARTA dijo...

Ah menos mal... Aquí todos somos tontos!!! Xdxdxd jijijij

May Baeza dijo...

¡¡Que intringulis por Dios! :)) y el secreto que es? como te gusta dejarnos con la intriga eh??

Nerida dijo...

Me gusta mucho, sigue escribiendo :)

FELIX JAIME dijo...

Joder, pues yo debo ser el más tonto, porque lo he entendido...Buen relato, colega

MARTA dijo...

Jajajajaja