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lunes, 28 de mayo de 2012

EL SECRETO (2)


Aquel aprendiz de escritor, pretendía que sus textos tuvieran vida, alma propia. Intuía que nunca lo conseguiría, eso sólo lo consiguen los genios de la literatura, pero él no cejaba en su empeño. Su cabeza se había convertido en un hervidero de ideas, había entrado en un mundo fantástico, desconocido hasta hacía poco tiempo, y le había encandilado. Era el poder de las letras, de la imaginación, su mundo, en el que últimamente andaba sumergido, hasta el punto que juntar letras se había convertido en algo mágico para él. Sentía que vivía en un mundo paralelo, se encontraba muy a menudo fuera de la realidad y hasta sus sueños se estaban viendo invadidos por extraños personajes  y situaciones más bien surrealistas. Lo que nunca hubiera podido imaginar, es que la historia que acababa de empezar a contar, recién engendrada en su cabeza, se iba a convertir en su peor pesadilla.

jueves, 24 de mayo de 2012

EL SECRETO

En aquella oscura buhardilla, solamente iluminada por los haces de luz que se colaban por las viejas y agrietadas contraventanas, se escondía el gran secreto.
Se había transmitido de generación en generación, y ahora se encontraban en el último tramo de la escalera de caracol que les conducía a padre e hijo a conocer la verdad, una verdad que a lo largo de los años habían sabido guardar con recelo y eficacia. Introdujeron la llave en la cerradura y la hicieron girar. Tras varios chasquidos, el burlón de la cerradura cedió, y la puerta se abrió con un fuerte quejido. Encendieron la luz de la sucia y polvorienta bombilla que colgaba del techo, que no hizo más que mezclarse con el polvo que reinaba en el ambiente. El padre decidió encender la linterna que llevaba en la mano, y dirigió la luz hacia un baúl que se encontraba en un rincón. Hacía bastantes años que nadie subía a aquella estancia. Los ratones corrían entre sus piernas asustados, en todas direcciones. Se encaminaron hacia al baúl, los pocos metros que les separaban, eran una selva de telarañas y objetos de todo tipo repartidos por el suelo. Llegaron al baúl, no sin dificultad, y éste se encontraba cerrado con dos candados grandes y llenos de herrumbre. El padre dirigió la luz de la linterna hacía un manojo de llaves que sacó de su bolsillo. Tras varios intentos, consiguió abrir el primer candado. En el rostro de su hijo se reflejaba la tensión y el nerviosismo del momento. El segundo candado consiguió abrirlo con más facilidad. Cedió la linterna a manos de su hijo y se dispuso a levantar la tapa del polvoriento baúl. La levantó lentamente, observando de reojo la reacción del chico. Se asomó y sacó una pequeña caja, la abrió y le dio el contenido a su hijo. Extrajo de su interior unos álbumes, los abrió, eran fotos, fotos de sus antepasados. Fue observando atentamente, una a una, despacio, recorriendo con la mirada cada rincón, cada pequeño detalle que ofrecían aquellos amarillentos retratos. Su rostro palideció por momentos, sus ojos no podían pestañear, se quedó paralizado, y sólo pudo balbucear unas palabras.
- Tú... Tú... No puede ser... ¿Qué haces tú aquí?.

jueves, 10 de mayo de 2012

TODO IRÁ BIEN

¿Puede haber algo más triste que ver a un amigo tener que abandonar todo lo que ama?. Su mujer, su hija, su negocio, que, aunque le da más disgustos que alegrías, es suyo, su casa, su pueblo, sus colegas, la familia, su ¿país?.
Parece mentira, pero por desgracia así está siendo, estamos viendo como nuestra gente, tiene que dejar lo poco que le queda y, como si hubiéramos retrasado el tiempo unos sesenta años, emigrar a tierras lejanas en busca de la oportunidad que aquí se están cansando de esperar.
Mi amigo no es de lo que sientan a esperar que descampe, de los que piensan que ya vendrán tiempos mejores, no, es de los que le echan un par a la vida, y ha llenado su maleta de ilusiones que un día espera ver cumplidas, un trabajo en condiciones, ver a su hija crecer sana y fuerte en un sitio donde puede encontrar oportunidades para el futuro, y una buena vida junto a su mujer, porque creo que son un par de luchadores y se lo merecen.
Sé que él está llorando, su mujer también, lloro con ellos. Lloro pensando en que pronto vais a estar separados por un montón de kilómetros, aunque sé que será por poco tiempo, que pronto encontrarás lo que buscas, y podréis reuniros de nuevo, y que tendréis todo lo que buscáis y que yo os deseo, una vida feliz y larga, allá donde os encontréis.
Suerte amigo, todo irá bien.